La ICSI (siglas en inglés de Inyección Espermática Intracitoplasmática), es un procedimiento que se empezó a desarrollar en 1992 mediante el cual se inyecta, con una microaguja, un espermatozoide dentro del ovocito. A diferencia de la Fecundación In Vitro convencional (donde se incuban los espermatozoides con el óvulo para que se dé la fecundación), en la Fecundación In Vitro con ICSI se consigue la fecundación mediante la inyección espermática.
La ICSI sólo se puede realizar cuando los ovocitos son maduros, es decir, cuando están en el momento óptimo para ser fecundados. Esto supone sólo una parte del total de los ovocitos recuperados en un ciclo. Hay ovocitos de mala calidad que se dañan en el momento de la inyección del espermatozoide.
De los ovocitos de buena calidad, suele lograrse una fecundación del 70%.
En principio los resultados de la calidad embrionaria entre el ICSI y la FIV convencional son comparables. Algunos expertos piensan que el manipular el ovocito puede alterar la calidad embrionaria pero probablemente se trate de un problema de experiencia del biólogo que realiza la técnica.
Sí, si la calidad de los embriones es equiparable.
En los casos de factor masculino severo, antes de realizar la Fecundación In Vitro con microinyección espermática es importante proceder al estudio de la meiosis testicular para descartar anomalías genéticas en los espermatozoides que podrían dar lugar a fallos repetidos en la consecución de embarazo o anomalías embrionarias. En algunos casos, si hay número suficiente de células de espermatogénesis puede hacerse este estudio en semen
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Institut Marquès, clínica LGTBI Friendly