Sabemos y reconocemos la importancia que tiene hablar a los bebés desde el momento de nacer y de estimularlos neurológicamente. Ahora tenemos la gran oportunidad de hacerlo desde mucho antes y esto representa un gran avance.
El ensayo clínico, titulado “Fetal facial expression in response to intravaginal music emission”, nos ha permitido demostrar que los fetos oyen desde la semana 16 (cuando el feto solo mide 11cm) y que responden con movimientos de vocalización únicamente cuando se emite música desde la vagina de la madre.
Hemos descubierto la fórmula para que oigan como nosotros, para que les llegue el sonido de forma eficaz en intensidad y sin distorsiones.
Los fetos responden a la música vía vaginal moviendo la boca y la lengua, como si quisieran hablar o cantar.
Hemos conseguido comunicarnos con el feto. Por primera vez, logramos que un feto haga un movimiento específico tal y como se explicó en la rueda de prensa de presentación del estudio.
La revista “Ultrasound” de la British Medical Ultrasound Society (BMUS) ha publicado nuestro estudio “Expresión facial fetal en respuesta a la emisión de música vía vaginal”, una investigación sobre la audición fetal, pionera a nivel mundial. Actualmente es el estudio más leído de Ultrasound.
Este trabajo descubre que, desde la semana dieciséis de embarazo, cuando el feto mide 11 cm, ya existe respuesta a la música emitida vía vaginal a través de movimientos específicos de boca y lengua.
Nuestra hipótesis de partida sugiere que la música induce una respuesta de movimientos de vocalización, ya que activa circuitos cerebrales de estimulación del lenguaje y de la comunicación. Es decir, el aprendizaje empieza en el útero materno.
Con este estudio demostramos, además, que la única manera de que el feto oiga la música, igual que la escuchamos nosotros, es emitiéndola desde la vagina de la madre. Si emitimos música desde el exterior, a través del abdomen, el feto no la percibe igual.
Para realizar el estudio, se diseñó un dispositivo vaginal especial que posteriormente la empresa Music in Baby ha comercializado con el nombre de Babypod®.
Presentamos y explicamos las principales conclusiones del estudio en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). La Dra. Marisa López-Teijón ha sido galardonada con el premio Ig Nobel de Medicina, en concreto, con el primero que se concede en Obstetricia en los 27 años de historia del galardón
Por lo que hemos investigado, sabemos que la voz de la madre y los sonidos del exterior no los oye tal y como se emiten: los tejidos blandos de la pared abdominal y del interior del cuerpo de la madre absorben las ondas sonoras, disminuyendo su intensidad y, además, producen distorsión de las palabras. Es como si estuviera rodeado de almohadas o, como cuando nosotros escuchamos hablar en la habitación de al lado, pero no logramos entender la conversación.
Según un estudio realizado con ovejas gestantes y publicado en 1996, las palabras emitidas desde el exterior y grabadas dentro del útero solo son inteligibles aproximadamente en un 50% (Griffiths et al, Journal of the Acoustical Society of America).
Se dice que el feto oye principalmente los tonos graves y esto se debe a que los tonos agudos quedan aún más amortiguados.
Para que escuchen lo mismo que nosotros, la única vía es la vaginal
La vagina es un espacio cerrado y, por tanto, no hay dispersión del sonido. Además, las capas de tejido blando que separan al feto del emisor de sonido son menores: sólo los separa la pared vaginal y uterina.
Colocando un altavoz en la vagina, el feto puede oír casi con la misma intensidad con que se emite.
Una parte del sonido se refleja al exterior y otra parte queda absorbida y distorsionada por los tejidos blandos que componen la pared abdominal y uterina. Al feto solo le llega la parte transmitida y es de menor intensidad y claridad que en el punto de emisión.
Es un espacio cerrado, no hay dispersión del sonido y las capas de tejido blando que separan al feto del emisor de sonido son menores. Solo están la pared vaginal y uterina y, por tanto, eliminamos la reducción que supone la pared abdominal.
El estudio se centró en conseguir que el feto percibiera una mayor intensidad de sonido. Para ello, diseñamos un dispositivo nuevo y específico para emitir música desde la vagina de la madre.
El estudio se llevó a cabo en pacientes embarazadas de nuestro centro que se encontraban entre las semanas 14 y 39 de gestación. Durante todo el trabajo, el equipo de investigadores observó por ecografía la reacción del feto al oír música emitida vía abdominal y vía vaginal. También compararon resultados, emitiendo vibraciones sin música desde la vagina.
La música utilizada en el estudio publicado fue de Johann Sebastian Bach, más concretamente Partita in A Minor for Flute Alone – BWV 1013.
En las ecografías previas al inicio de los estímulos, los investigadores observaron que, aproximadamente, el 45% de los fetos presentaba de forma espontánea movimientos de cabeza y de extremidades, un 30% movimientos de la boca o de la lengua y un 10% sacaba la lengua. Esto es lo que habitualmente hace un feto al estar despierto.
Antes de la ecografía, la paciente embarazada se colocó el dispositivo vaginal diseñado para el estudio, que emite una intensidad media de sonido de 54 decibelios (el equivalente a una conversación en tono bajo o música ambiental).
El 87% de los fetos reaccionaron con movimientos inespecíficos de la cabeza y extremidades, y movimientos específicos de la boca y la lengua, que cesaban al dejar de oír la música. Además, con música vaginal, cerca del 50% de los fetos reaccionó con un movimiento muy llamativo, abriendo muchísimo la mandíbula y sacando la lengua al máximo.
En el abdomen de la embarazada se colocaron unos auriculares que emitían la música con una intensidad media de sonido de 98,6 decibelios (nivel equivalente al de la sirena de una ambulancia o a la música en una discoteca).
Durante esta parte del estudio, no se observaron cambios en las expresiones faciales de los fetos.
Para saber si la reacción fetal se debía a la vibración de las ondas sonoras (es decir, a vibración mecánica no musical), la paciente embarazada se coloca un vibrador vaginal como los que se utilizan como juguete sexual. El equipo de investigadores hizo las ecografías, emitiendo vibraciones sonoras a una intensidad media de 68 decibelios (el equivalente a una conversación en tono alto). En esta parte del estudio, tampoco observamos cambios en las expresiones faciales de los fetos.
Nuestra hipótesis es que la música induce una respuesta de movimientos de vocalización, ya que activa circuitos cerebrales de estimulación del lenguaje y de la comunicación.
Una vez completada la formación del oído interno, cuando a través de la cóclea llega un estímulo auditivo que incluye ritmo o melodía, se activarían centros muy primitivos del tronco del encéfalo en el área relacionada con la conducta social que inducen a la vocalización.
Un grupo de células llamado colículo inferior es el que detecta el sonido. Si a estas células les parece que el sonido es armónico y lo asocian a música, se estimulan y activan los nervios responsables de movilizar la boca, la mandíbula y la lengua para vocalizar (paso previo al lenguaje).
Actualmente, en colaboración con la Cátedra de Neuroanatomía del Hospital Clínico de Barcelona y con la de Radiología del Hospital San Rafaele de Milan, nuestro equipo de investigadores está investigando, mediante resonancia magnética en embarazadas, cuáles son las áreas cerebrales fetales que se activan con música emitida vía vaginal.
Sabemos que los bebés empiezan a vocalizar espontáneamente en respuesta a los sonidos que escuchan y empiezan a explorar el registro de sus voces: es la fase previa al habla. Ante ruidos o sonidos disonantes, no se activan estos circuitos de neuronas; cantar o hablar a un niño le estimula para el habla, mientras que un ruido no.
Al tratarse de una respuesta y no de un reflejo, la reacción del feto depende de múltiples factores y por eso es diferente en cada momento. Varía en función de la actividad neuronal del tronco del encéfalo en ese instante, por lo que la respuesta podría depender de la fase el sueño en que se encuentre el feto o de los niveles de glucemia. Por ejemplo, cuando le cantamos a un bebé, éste también reacciona de forma diferente dependiendo de si tiene hambre, sed o sueño.
Si los fetos responden a la música emitida en vagina a 54 decibelios y, sin embargo, no responden a la música emitida desde abdomen a una intensidad mucho mayor, es de suponer que no la oyen. La reducción de la intensidad de los sonidos que llegan al feto desde el exterior hace que apenas sean audibles.
Resulta llamativo que no se produzca respuesta al vibrador vaginal a pesar de emitir un sonido a una intensidad de 68 decibelios. Sabemos que el sonido son vibraciones con frecuencia regular y que el ruido son vibraciones con frecuencia irregular. El ruido es una organización disarmónica del sonido y la música es una organización armónica del sonido.
En estudios posteriores, nuestro equipo investigador ha podido observar que no responden a la emisión de pitidos a 54 decibelios vía vaginal y esto se debe a que la respuesta del feto se produce en base a estímulos que inducen respuestas de comunicación. La música o el lenguaje lo pueden provocar, pero un ruido no.
Cuando le hablas o le cantas a tu bebé, él intenta también comunicarse contigo intentando vocalizar; esto no ocurre así cuando escucha un ruido, ya que se tratan de circuitos cerebrales diferentes.
En un estudio de la Dra. Perani (Dra. Perani et al, PNAS) se analizan, mediante resonancia magnética, las áreas cerebrales que se activan con música y se observa cómo se produce una activación cortical y subcortical de centros auditivos primarios y de otros más evolucionados, especialmente en el hemisferio cerebral derecho. Ante sonidos disonantes, no se activaban esas áreas, sino que se abolía esta activación cerebral.
La respuesta del feto no se produce, por tanto, ante las vibraciones sonoras o el ruido, sino ante la música.
Comparación de la respuesta fetal a los diferentes estímulos sonoros
Con música vaginal, el 87% de los fetos reaccionó haciendo movimientos de la boca y la lengua. Con música desde el abdomen y con vibración vaginal, no se produjo ningún cambio.
Para hacer este estudio científico diseñamos un prototipo de dispositivo vaginal emisor de música, que fuimos perfeccionando. Con el objetivo de que todos los fetos pudieran beneficiarse de este descubrimiento y poder escuchar bien las voces o la música, hemos cedido a Music in Baby nuestra idea y tecnología.
Babypod® es un pequeño altavoz vaginal muy fácil de usar y que no presenta ningún riesgo para el embarazo. Se coloca como un támpax y se conecta a la música a través teléfono móvil.
Aconsejamos usarlo desde la semana 16 de gestación hasta el final del embarazo, siempre que no aparezca alguna de las contraindicaciones de uso: dilatación del cuello uterino, gestaciones de alto riesgo obstétrico por malformaciones uterinas, amenaza de parto prematuro, rotura prematura de membranas, placenta previa o infecciones vaginales o urinarias activas.
Se aconseja la aplicación de BabyPod® durante intervalos de 10 a 20 minutos, una o dos veces al día. No hay una limitación determinada pero para no interrumpir los ciclos de sueño, se recomienda la pauta anteriormente citada.
Hemos realizado estudios analizando la respuesta fetal al escuchar la voz de su madre y otras voces hablando. En ningún caso hemos encontrado diferencias en la respuesta a la voz de la madre con respecto a otras voces femeninas o masculinas. Tampoco se ha detectado ninguna reacción cuando el feto escucha la voz emitida desde el exterior, ni cuando habla su madre independientemente de la intensidad.
En cambio, cuando cualquier voz se emite vía vaginal sí que hay reacción fetal: aproximadamente el 75% de los fetos responde con movimientos de boca o de lengua pero no se producen movimientos de protrusión de la lengua.
Nos han llamado especialmente la atención los resultados con voz de Mickey Mouse: el 17 % de los fetos sacan la lengua al oírla. La explicación es que el personaje de Disney habla en “falsete” (tono más elevado, más agudo y con musicalidad), y es así como solemos hablar a los bebés.
De forma natural, ya hemos comentado que les llega como un susurro, apenas la oyen y no los despierta. El feto puede percibir y recordar diferencias en el ritmo y en la entonación de la voz de la madre, pero todos los sonidos le llegan muy amortiguados en intensidad y con modificaciones en el tono y el timbre
Suponemos que sería más fácil que reconocieran voces después de nacer si durante el embarazo les llegaran a un nivel claramente audible, vía vaginal.
Con el dispositivo vaginal que estamos utilizando en nuestra investigación, cualquier persona que lo desee le puede hablar al feto.
Es más fácil entender las respuestas fetales, si pensamos en lo que hace un bebé. En este sentido, lo que diferencia un feto de un bebé es el aislamiento en el interior del útero y su desarrollo cerebral, pero la audición y los circuitos primitivos del tronco del encéfalo son iguales.
Cuando queremos comunicarnos con un bebé le hablamos con un tono más elevado, más agudo y con musicalidad. Esto estimula su comunicación, induce movimientos de vocalización, que son el paso previo al lenguaje. La música modula los sistemas de atención y de memoria. Sabemos que es más fácil aprender las tablas de multiplicar con música o cómo recordamos la letra de una canción.
El habla en tono grave y monótono no les estimula. Tampoco son fuente de estímulo los ruidos puntuales o monótonos. Suponemos que los fetos no responden a la vibración de las ondas sonoras (no musicales) vía vaginal, igual que lo bebés no responden al ruido de un lavaplatos.
Porque la música es la forma de comunicación más ancestral entre los humanos. El primer lenguaje fue musical, precediendo al lenguaje hablado. Es el mayor estímulo que tenemos para la comunicación.
Tenemos circuitos cerebrales específicos para la música: unos inducen placer, otros estimulan el área social, otros la memoria. Con los estudios, hemos descubierto circuitos de nuestro cerebro más primitivo específicos para la vocalización.
¿Por qué razón la música siempre ha estado presente a lo largo de la historia? Te invitamos a descubrirlo en El blog de la fertilidad.
El centro del placer “nucleo accumbens” no está mielinizado en la semana 16. No sabemos en qué momento del embarazo el núcleo accumbens inicia su funcionamiento, pero es probable que sea a partir de la semana 26. Obtendremos más datos con el estudio de investigación que estamos llevando a cabo en mujeres embarazadas, realizando resonancia magnética cerebral mientras se emite música vía vaginal.
Sabemos y reconocemos la importancia que tiene hablar a los bebés desde el momento de nacer y de estimularlos neurológicamente. Ahora tenemos la gran oportunidad de hacerlo desde mucho antes y esto representa un gran avance.
¿Sabías que el feto oye y responde a la música cuando le llega desde la vagina de la madre?
Lo hemos comprobado en un estudio clínico que nuestro equipo ha publicado en la revista británica «Ultrasound». Ahora tú también puedes saber cómo reacciona tu hijo ante la música y vivir con él una experiencia única.
Te atenderán los especialistas que han participado en nuestro estudio médico, ginecólogos acreditados por la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia para la realización de ecografías obstétricas y Diagnóstico Prenatal, capacitados para detectar en muchos casos posibles malformaciones fetales.
Al acabar la sesión recibirás un dossier con fotos y DVD con las imágenes de tu hijo y un Babypod para que puedas seguir escuchando música con él durante el resto de tu embarazo.
Precio de la exploración + Babypod: 190€
Rellena el formulario y nos pondremos en contacto contigo para organizar una visita con un especialista en Reproducción Asistida.
Institut Marquès, clínica LGTBI Friendly